La belleza de la edad
La edad más que un número es un aspecto de experiencia y actitud
A lo largo de mi vida he mentido sobre mi edad. A los seis años para obtener atención, durante mi adolescencia para sentirme más sexy, a mis 30 por avaricia y después de los 40 para recobrar una juventud que no quería dejar ir. Hoy he decidido dejar de ocultar mi edad. No he vivido en vano, he aprendido que el atractivo no tiene que ver con la juventud sino que la verdadera belleza está en la armonía. Ésta no se encuentra escondida detrás de la cirugía y los cosméticos, más bien en el saber vivir la vida. Los años me han enseñado que para poder lograr una luz exterior hay que fomentar primero la interior y para eso se necesita tiempo.
Dicen que cuando has vivido más de medio siglo y sigues llena de vitalidad levantas sospechas y se murmura que “algo se hizo”. Sin embargo, el dicho de que el diablo sabe más por viejo que por diablo tiene su razón de ser. Recuerdo que hace algunos años las mujeres eran consideradas inútiles cuando dejaban o no podrían procrear. Las madres de muchas poco a poco se fueron desvaneciendo hasta que la vejez las consumía. Actualmente, la edad para las nuevas damas, lejos de desaparecernos nos ha vuelto más brillantes. La menopausia no fue la llegada de mi deterioro sino donde encontré la verdadera plenitud. Fue en esta etapa de vida que conocí mejor que nunca mis cualidades y defectos permitiéndome emprender mis mayores logros.
La fuerza, la confianza, la serenidad, la soltura y el coraje que no tenía en mi juventud son las cualidades que a mis 40, 50, ó 60 años me han permitido conquistar grandes territorios y estar en camino de ganar más victorias.
Después de alcanzar la vitalidad interior nunca hay que olvidar el exterior. El cuidar el cuerpo a partir de una buena alimentación, evitar el sol y siempre hidratar la piel son como regar, podar y darle la luz adecuada a un rosal, sin estas tres simples cosas la planta no logra su esplendor. El cuerpo humano, al igual, necesita de mantenimiento constante para seguir funcionando en perfecto estado.
No hay que olvidar que la fuerza de la gravedad es inevitable y la firmeza de la piel tarde o temprano se pierde; pero qué mejor que el resto del mundo conozca el millar de historias que son reflejadas a través de mis líneas de expresión. Otro aspecto del exterior que he aprendido a través de la experiencia es que la belleza es un complemento del estilo, el porte y la elegancia. El maquillaje lo utilizo para resaltar mis atributos y no como una máscara que cubre mis logros. Mi peinado siempre va acorde con la ocasión y mi edad. El complemento de los dos es el vestir, yo no voy tras lo que está de moda sino lo que me favorece.
La elegancia en el vestir está en descubrir a través de los años el estilo personal, el saber exactamente qué es lo que a una se le ve bien.
Si los años me han enseñado muchas cosas, ¿por qué ocultar aquello que demuestra que soy más interesante, inteligente y repleta de experiencia?
Estoy convencida de que la vida es para celebrarse, no para esconderse detrás de ella. Y eso es justamente lo que quiero compartir contigo, que eres mujer como yo.